La mayoría de las intervenciones en las que se estudian los efectos del entrenamiento con RFS se realizan aplicando la RFS el tren inferior y por lo tanto se observan beneficios en fuerza e hipertrofia en el tren inferior puesto que es el objeto de la investigación.
Sin embargo, los beneficios de aplicar la RFS en las piernas no solo se limitan al tren inferior. De hecho, se han observado mejoras en el tren superior aplicando la RFS únicamente en las extremidades inferiores.
Para mostrar con un ejemplo práctico como se produce este efecto sistémico podemos revisar el ensayo de Cook, Kilduff y Beaven del 2014 [1].
En este estudio, la muestra era un grupo de jugadores de rugby semiprofesional el cual se dividió en dos grupos (grupo con RFS y grupo de control). Ambos grupos siguieron un plan de entrenamiento durante 3 semanas el cual consistía en 9 sesiones de entrenamiento (3 sesiones por semana), en las que se incluían 5 series de 5 repeticiones de press banca, sentadilla y dominadas con lastre.
Lo que se observó en este ensayo, fue que el grupo que empleo RFS mejoró la fuerza tanto en las sentadillas como en el press banca (a pesar de que la RFS estaba en las piernas) y también se vieron aumentos en la hipertrofia.
Un dato curioso, es que además de los aumentos en rendimiento para los ejercicios que realizaban con RFS, también mejoraron su rendimiento en la carrera y en el salto vertical de forma bastante significativa respecto al grupo que no aplico la RFS.
Los autores del estudio llegaron a la conclusión de que las mejoras en press de banca o en el sprint sugiere que se dio algún tipo de efecto sistémico con el entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo que provocó mejoras en el desempeño de las otras actividades.
Otro dato a tener en cuenta de este ensayo es que se observó una mayor testosterona salival inducida por el ejercicio en los sujetos que emplearon la RFS.
Sabemos que el entrenamiento con RFS genera picos más altos de hormona de crecimiento (hasta 10 veces más que sin RFS), y también mayores picos de IGF-1 [2][3][4][5][6][7]. Sin embargo, con RFS en estudios anteriores no se han detectado mayores picos de testosterona que sin RSF. Pero en este ensayo si que se produjeron picos mayores de testosterona en el grupo que empleo la RFS.
Los autores de este ensayo barajan la posibilidad de que esos aumentos de testosterona más elevados se hayan producido debido a que las cargas que se emplearon con la RFS que fueron del 70% del 1RM fueron cargas más elevadas a las usadas en ensayos anteriores con RFS en los que no habían diferencias significativas en los picos de testosterona [8][9][10][11].
Y otra posibilidad que se baraja es que la metodología a la hora de tomar la muestra (saliva o plasma) también tuviera algo que ver. En el ensayo de Cook y colaboradores las muestras para medir la testosterona se tomaron de la saliva, mientras que en estudios anteriores las muestras se tomaron del plasma sanguíneo.
La carga que se recomienda emplear con el entrenamiento con RFS es de como máximo el 50% de 1RM, pero en el estudio de Cook, Kilduff y Beaven del 2014 [1] que acabamos de ver la carga que se empleo en los ejercicios con RFS fue del 70% de 1RM o más.
La duración del ensayo de Cook fue de tan solo 3 semanas por lo que no se sabe todavía como puede afectar el emplear cargas de más del 50% ni si ofrecen la suficiente seguridad para emplear ese tipo de cargas.
De ahí que las recomendaciones generales de los investigadores sean de no pasar del 50% de 1RM.
A pesar de que no se recomienda emplear cargas de más del 50% de 1RM, si puede decir que en mi experiencia personal con el ERFS yo si que empleo cargas que sin llegar a ser máximas (lo cual sería totalmente desaconsejable y carente de sentido) si son de bastante más del 50% de 1RM, pero como digo se necesita mucha experiencia antes de usar este tipo de cargas con seguridad. En mi caso llevo más de dos años aplicando la RFS en todos mis entrenamientos.
[1] C. J. Cook, L. P. Kilduff, and C. M. Beaven, “Improving strength and power in trained athletes with 3 weeks of occlusion training,” Int. J. Sports Physiol. Perform., vol. 9, no. 1, pp. 166–172, 2014, doi: 10.1123/IJSPP.2013-0018.
[2] S. E. Gordon, W. J. Kraemer, N. H. Vos, J. M. Lynch, and H. G. Knuttgen, “Effect of acid-base balance on the growth hormone response to acute high- intensity cycle exercise,” J. Appl. Physiol., vol. 76, no. 2, pp. 821–829, 1994, doi: 10.1152/jappl.1994.76.2.821.
[3] L. A. Gotshalk et al., “Hormonal responses of multiset versus single-set heavy-resistance exercise protocols.,” Can. J. Appl. Physiol., vol. 22, no. 3, pp. 244–255, Jun. 1997, doi: 10.1139/h97-016.
[4] J. P. Ahtiainen, A. Pakarinen, W. J. Kraemer, and K. Häkkinen, “Acute hormonal responses to heavy resistance exercise in strength athletes versus nonathletes,” Can. J. Appl. Physiol., vol. 29, no. 5, pp. 527–543, 2004, doi: 10.1139/h04-034.
[5] J. R. Pierce, B. C. Clark, L. L. Ploutz-Snyder, and J. A. Kanaley, “Growth hormone and muscle function responses to skeletal muscle ischemia,” J. Appl. Physiol., vol. 101, no. 6, pp. 1588–1595, 2006, doi: 10.1152/japplphysiol.00585.2006.
[6] H. Takano et al., “Hemodynamic and hormonal responses to a short-term low-intensity resistance exercise with the reduction of muscle blood flow,” Eur. J. Appl. Physiol., vol. 95, no. 1, pp. 65–73, 2005, doi: 10.1007/s00421-005-1389-1.
[7] Y. Takarada, Y. Nakamura, S. Aruga, T. Onda, S. Miyazaki, and N. Ishii, “Rapid increase in plasma growth hormone after low-intensity resistance exercise with vascular occlusion,” J. Appl. Physiol., vol. 88, no. 1, pp. 61–65, 2000, doi: 10.1152/jappl.2000.88.1.61.
[8] G. V. Reeves et al., “Comparison of hormone responses following light resistance exercise with partial vascular occlusion and moderately difficult resistance exercise without occlusion,” J. Appl. Physiol., vol. 101, no. 6, pp. 1616–1622, 2006, doi: 10.1152/japplphysiol.00440.2006.
[9] H. Madarame, M. Neya, E. Ochi, K. Nakazato, Y. Sato, and N. Ishii, “Cross-transfer effects of resistance training with blood flow restriction,” Med. Sci. Sports Exerc., vol. 40, no. 2, pp. 258–263, 2008, doi: 10.1249/mss.0b013e31815c6d7e.
[10] G. E. McCall, W. C. Byrnes, S. J. Fleck, A. Dickinson, and W. J. Kraemer, “Acute and chronic hormonal responses to resistance training designed to promote muscle hypertrophy,” Can. J. Appl. Physiol., vol. 24, no. 1, pp. 96–107, 1999, doi: 10.1139/h99-009.
[11] M. Viru, E. Jansson, A. Viru, and C. J. Sundberg, “Effect of restricted blood flow on exercise-induced hormone changes in healthy men,” Eur. J. Appl. Physiol. Occup. Physiol., vol. 77, no. 6, pp. 517–522, 1998, doi: 10.1007/s004210050369.
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