En este artículo vamos a ver cómo es que las fibras pueden crecer y de hecho crecen, tanto en grosor como en longitud.
Antes de nada, lo primero que tenemos que hacer es entender cómo están formados los músculos. Los músculos están formados por miles de fibras musculares cilíndricas, dispuestas en haces, llamados fascículos.
En músculos fusiformes, los fascículos van longitudinalmente de un extremo del músculo al otro. Los músculos fusiformes son músculos anchos en el centro, y estrechos en sus extremos, como por ejemplo, el bíceps. Y los músculos pennados van en diagonal de un lado al otro del músculo, adhiriéndose a la fascia que lo rodea.
Un músculo penado (también llamado músculo peniforme) es un músculo con fascículos que se adhieren oblicuamente (en una posición inclinada) a su tendón.
Estos tipos de músculos generalmente permiten una mayor producción de fuerza, pero un rango de movimiento más pequeño. Un ejemplo de músculo penado sería el cuádriceps.
Músculos penados hay de 3 tipos unipenados, bipenados y multipenados que seria cuando el tendón central se ramifica dentro del músculo, esto sucede en el deltoides, por ejemplo.
En los isquiotibiales tenemos ambos tipos de músculos ya que el semitendinoso es fusiforme, mientras que el semimembranoso y el bíceps femoral son pinnados [1].
Volviendo al tema de cómo crecen los músculos, tenemos que los músculos crecen cuando las fibras de manera individual aumentan de volumen. Y puesto que son cilíndricas, las fibras musculares pueden aumentar de volumen aumentando su diámetro o grosor, pero también aumentando su longitud.
Al principio puede resultar extraño pensar que las fibras musculares aumentan en longitud, puesto que con el entrenamiento con cargas los músculos no modifican el lugar en donde están adheridos al esqueleto ni en su inserción de origen ni en su inserción terminal.
Sin embargo, las fibras pueden aumentar fácilmente de longitud por varias razones.
La primera razón es porque las fibras no siempre recorren toda la longitud de los fascículos musculares del mismo modo [1]. Por lo tanto, un aumento en la longitud de la fibra muscular no tiene por qué provocar un aumento en la longitud del fascículo muscular.
Aún así, la longitud del fascículo a menudo aumenta después de ciertos tipos de entrenamientos de fuerza. Sobre todo, cuando tienen un alto componente de tensión mecánica pasiva. La tensión mecánica pasiva la hemos visto en el curso de hipertrofia en el capitulo de Tipos de Hipertrofia.
Otra razón por la que las fibras aumentan en longitud sin que necesariamente haya un aumento la longitud total del músculo, es porque en los músculos penados los fascículos van de un lado a otro del músculo. De manera que un aumento en la longitud del fascículo no necesariamente necesitará aumentar la longitud total del músculo cuando este se mide desde su origen hasta su inserción.
Por poner un ejemplo, puede haber hipertrofia de las fibras en longitud en un músculo pennado como el cuádriceps, y las fibras aumentarían en longitud respecto a su fascículo, pero no aumentaría la longitud de todo el músculo desde su inserción de origen a su inserción terminal.
Y un último punto a tener en cuenta es que incluso cuando un músculo aumenta en su longitud total, la unión a su esqueleto no varia. A medida que aumenta de longitud, el músculo simplemente se acomoda y puede que sobresalga en el medio con lo cual simplemente se ve un aumento de tamaño general, pero sus inserciones no se modifican.
AUMENTOS EN LONGITUD Y EN GROSOR
Cuando con el entrenamiento de fuerza se provoca que aumente más la hipertrofia en la longitud de la fibra que en el diámetro de la fibra, se provoca un cambio distinto en la forma del músculo a cuando aumenta mayormente el diámetro de las fibras [2].
Si con el entrenamiento aumenta más la longitud del fascículo el tamaño del músculo tiende a aumentar más en la región distal, donde se agregan nuevos sarcómeros a las fibras existentes [3].
Por el contrario, cuando con el entrenamiento de fuerza se aumenta principalmente el diámetro de la fibra, se tienden a dar mayores aumentos en la región media del músculo.
El que las fibras aumenten más en longitud o en grosor vendrá determinado principalmente por la medida en que los elementos activos y pasivos contribuyan a la producción de fuerza. Los elementos pasivos son aquellas partes de la fibra muscular que se deforman elásticamente durante el alargamiento muscular, incluido el citoesqueleto, la titina, y el endomisio.
El citoesqueleto es la estructura dinámica que trata de mantener la forma o estructura de la célula, la titina ya vimos que es una proteína que se encuentra en el sarcómero, y el endomisio es una paca externa de colágeno, digamos que es la membrana que recubre las fibras musculares. Todos estos elementos pasivos contribuyen a la producción de fuerza especialmente en la fase excéntrica o cuando la tensión mecánica es pasiva.
Y los elementos activos son los puentes cruzados de actina y miosina, que si necesitan usar energía para producir fuerza. Cuando los elementos activos son los únicos responsables de la producción de fuerza, la fibra tiende a aumentar principalmente en grosor.
Y cuando son los elementos pasivos los que contribuyen más a la producción de fuerza, las fibras aumentan más en longitud.
El que contribuyan más los elementos activos o pasivos vendrá determinada de varios factores, por ejemplo, el tipo de contracción, el rango de recorrido, el tipo de carga externa (gravitacional, elástica...) o el perfil de resistencia del ejercicio.
[1] M. I. Heron and F. J. Richmond, “In-series fiber architecture in long human muscles.,” J. Morphol., vol. 216, no. 1, pp. 35–45, Apr. 1993, doi: 10.1002/jmor.1052160106.
[2] M. V. Franchi et al., “Architectural, functional and molecular responses to concentric and eccentric loading in human skeletal muscle,” Acta Physiol., vol. 210, no. 3, pp. 642–654, 2014, doi: 10.1111/apha.12225.
[3] M. Z. Allouh, Z. Yablonka-Reuveni, and B. W. C. Rosser, “Pax7 reveals a greater frequency and concentration of satellite cells at the ends of growing skeletal muscle fibers,” J. Histochem. Cytochem., vol. 56, no. 1, pp. 77–87, 2008, doi: 10.1369/jhc.7A7301.2007.