¿Cómo conocer el riesgo que puede haber al entrenar con RFS?
Según el British Olympic Medical Institute [125] el riesgo que puede entrañar el entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo se dividiría en 3 categorías, riesgo bajo, riesgo moderado y riesgo alto.
En esta tabla puedes las patologías o circunstancias que entrañan riesgos y el grado del riesgo de cada una.
En la tabla podemos ver que dentro de lo que sería el riesgo alto tendríamos todas las alteraciones y patologías que tengan que ver a nivel cardiovascular.
Las patologías a nivel cardiovascular hacen referencia a cualquier tipo de problema cardiovascular que haya podido tener la persona, como por ejemplo algún trombo venoso, algún tipo de trastorno en la coagulación sanguínea, varices, embolia pulmonar, infarto cerebral, trauma vascular, etc.
Una persona que haya padecido algún tipo de estas dolencias estaría en riesgo alto en caso de que quisiera realizar el entrenamiento con RFS, por lo tanto, bajo ningún concepto debería usar el ERFS.
Dentro la categoría de personas que estarían en un riesgo moderado con el entrenamiento con RFS, entrarían personas fumadoras, personas con diabetes, mujeres embarazadas, hipertensión, personas con algún tipo de lesión de la médula espinal, personas con uno o varios miembros amputados, mujeres que tomen medicación oral anticonceptiva, en circunstancias de mucho calor ambiental.
También se estaría en la categoría de riesgo moderado personas que entrenan con RFS después de haber hecho un viaje largo en avión, así como toda gente que no tenga experiencia previa con el entrenamiento con cargas.
Es decir, que alguien que no tiene experiencia previa con el entrenamiento de fuerza no debería comenzar a entrenar fuerza directamente con RFS a no ser que sea bajo la supervisión de un profesional o pautado por un profesional de la materia.
Estos son algunos de los ejemplos de personas que entrarían en la categoría de riesgo moderado con el entrenamiento con RFS.
Y finalmente, entrarían en la categoría riesgo bajo todas las personas que no presentaran ninguno de los problemas o patologías mencionados anteriormente, y que usen el entrenamiento con RFS de manera intermitente y por tiempo limitado, y con una presión máxima de 150 mmHg y bandas de oclusión de como máximo 10 cm de grosor.
La evidencia de la que disponemos actualmente no puede asegurar que usar el entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo esté totalmente exento de riesgos.
Por la experiencia de muchos atletas y las conclusiones de algunos estudios no parece que haya más riesgos con RFS que sin RFS [110]. Pero hay que tener en cuenta que no disponemos de estudios a medio o largo plazo, de ahí que las recomendaciones generales sean de usar el entrenamiento con RFS en determinados microciclos, mesociclos, o de manera intermitente.
De forma empírica si que se usa el ERFS por largos periodos de tiempo o de forma continuada sin observar efectos perjudiciales o negativos, yo mismo llevo 2 años de uso continuado. Pero basándonos en las recomendaciones actuales lo más sensato es usarla por periodos de tiempo relativamente cortos de no más de 8 semanas que suele ser la duración de las intervenciones que se realizan, y siempre añadiendo la RFS a nuestros entrenamientos de forma muy progresiva.
[1] R. H. Risk, “Blood Flow Restriction : Managing the Risk Pre training screening questionnaire : References :,” Surg. Technol., no. 2010, pp. 2011–2011, 2011.
[2] T. Nakajima et al., “Use and safety of KAATSU training:Results of a national survey,” Int. J. KAATSU Train. Res., vol. 2, no. 1, pp. 5–13, 2006, doi: 10.3806/ijktr.2.5.
Las variables que hay que monitorizar para minimizar los riesgos
Alguna de las variables que debemos tener en cuenta para minimizar los riesgos serían la carga de entrenamiento por sesión, la intensidad, y el volumen total.
Así como las sensaciones que tenemos durante el entrenamiento. Como por ejemplo sensaciones de dolor, entumecimiento, picor, etc. Ante cualquier síntoma de este tipo hay que aflojar el dispositivo que usemos para la RFS o directamente retirarlo.
También debemos estar alerta ante cualquier de los síntomas vasovagales como puedan ser un mareo, palpitaciones, palidez, náuseas o vómitos. Ante el más mínimo síntoma de este tipo directamente habría que detener el entrenamiento y obviamente retirar las bandas de oclusión.
Un exceso de dolor muscular tardío (agujetas), también puede ser un síntoma claro de que nos estamos excediendo con el ERFS y debemos reducir el volumen o la intensidad de este.
La presión arterial es otra de las variables que se podría monitorizar. Para observar alteraciones en este aspecto sería necesario controlar la presión arterial antes, durante y después del entrenamiento.
Monitorizar y controlar la presión arterial y observar hasta que punto podría afectar el ERFS en relación con el entrenamiento sin RFS de forma individual, resultaría interesante de cara a valorar los riesgos sobre todo en personas con riesgo alto o moderado. Pero también puede resultar interesante conocer ese dato en personas de bajo riesgo, precisamente para poder comprobar que efectivamente el riesgo sigue siendo bajo y no hay una variación demasiado grande.
Otro punto importante sería observar el color de la orina y comprobar que no se oscurezca con el fin de detectar una posible rabdomiolisis provocada por el ERFS.
Sería extraño e inusual que el color de la orina cambiara debido a una rabdomiólisis, pero no deja de ser una posibilidad que podría suceder con el ERFS y entrenamientos muy demandantes y con excesivo daño muscular.
La rabdomiólisis es una enfermedad producida por una necrosis muscular que provoca la liberación a la circulación sanguínea de diversas sustancias que en condiciones normales se encuentran en el interior de las células que componen el tejido muscular. Entre dichas sustancias que se liberan al torrente sanguíneo estarían la enzima creatina fosfoquinasa (CPK) y la proteína mioglobina. Ambas sustancias se pueden detectar en una analítica de sangre pidiendo marcadores como la creatina fosfoquinasa (CPK) y la mioglobina. La cantidad que se encuentre en sangre nos dará información sobre la cantidad de daño muscular que estamos generando en el entrenamiento.
En el caso de atletas que entrenen con una intensidad elevada sería buena idea realizar un control de los niveles de CPK y mioglobina para comprobar que estos marcadores no se elevan demasiado, y en caso de que estuviesen demasiado elevados valorar la posibilidad de reducir la intensidad del entrenamiento.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que el nivel de alteraciones en la CPK tiene una respuesta muy individual en cada sujeto, tal como se ve en el estudio de Wernbom et al. 2020 [126] [127] donde aplicando el mismo entrenamiento y la misma presión la repuesta individual al daño muscular fue muy diferente entre individuos.
En esta imagen del ensayo de Wernbom et al. 2020 [126] podemos ver como ante una misma carga de trabajo dos sujetos de la intervención alcanzan niveles excesivamente elevados de CPK con el pico máximo a los 4 días. Sin embargo, los otros sujetos mantienen los niveles bajos de CPK.
Hay que tener en cuenta que todos los sujetos del estudio realizaron los mismos ejercicios y con la misma presión, por lo que podemos llegar a la conclusión de que la respuesta individual al daño muscular con el entrenamiento con RFS es muy variable.
Sin duda, tratar de avanzar de una manera lo más progresiva posible y que permita una correcta adaptación al entrenamiento con RFS será la mejor estrategia para evitar este tipo de alteraciones tan drásticas.
La rabdomiolisis es un posible efecto negativo del entrenamiento con RFFS. Sin embargo, siguiendo las pautas y recomendaciones que se ven en los estudios y veremos en el capitulo de como aplicar el ERFS no se debería de dar, si es cierto que en la literatura podemos encontrar bastantes casos.
En este sentido tenemos un ensayo de Patterson and Brandner del 2018 [128]. En dicho estudio se realizó una encuesta a 250 sujetos de 20 países distintos que usaban el entrenamiento con RFS para distintos fines, como por ejemplo ganar masa muscular o reducir la atrofia, y encontraron que un 3% de los sujetos reportó rabdomiolisis como uno de los efectos secundarios.
Resultados de la encuesta de Patterson y colaboradores [128].
Como se puede ver en el gráfico, un 3% de los encuestados reportó rabdomiolisis, un 8% sensación de frio, un 13% magulladuras, un 15% desmayos o mareos, un 18% entumecimiento, y un 39% dolor muscular tardío (agujetas).
El dolor muscular tardío es sin duda el efecto secundario más habitual. Este se da sobre todo cuando todavía nos estamos adaptando al entrenamiento con RFS y nos excedemos en la intensidad o volumen de entrenamiento. Hay que tener en cuenta que unas ligeras agujetas entran dentro de la normalidad, pero unas agujetas persistentes y excesivamente dolorosas ya habría que evitarlas y tomar medidas para que no vuelvan a darse puesto que son sin duda un síntoma claro de que nos estamos excediendo y no nos van a hacer mejorar si no más bien al contrario.
Al final, el dolor muscular tardío es algo bastante común y suele pasar sobre todo en la primera sesión de entrenamiento con RFS. Sin embargo, al resto de efectos no deseados si que debemos de prestarle especial atención y ante cualquier síntoma de incomodidad o malestar aflojar las bandas.
Se trata sobre todo usar el sentido común y usar correctamente el ERFS, además de estar atento a las sensaciones y evitar molestias o dolor con el uso de RFS. El ERFS no debe causar en ningún caso molestia ni mucho menos dolor, y una presión más alta de la recomendada no va a reportar mayores beneficios.
En cualquier caso, serán necesarios más estudios y sobre todo a más largo plazo para poder delimitar correctamente los riesgos del entrenamiento con RFS.
A pesar de las posibles contraindicaciones lo cierto es que problemas graves como por ejemplo una embolia pulmonar no son para nada frecuentes.
De hecho, en el 2007 Nakajima y colaboradores [129] realizaron un ensayo para observar como afectaba el entrenamiento con RFS a la hemostasia, y llegaron a la conclusión de que con el entrenamiento Kaatsu en sujetos sanos, se producen cambios potencialmente favorables en los factores fibrinolíticos, lo cual precisamente ayuda en la desintegración de coágulos.
Además, Nakajima et al.,2007 también señalaron ya en 2007 que en el mundo habían más de 200.000 personas entrenando con RFS y todavía no se había sido registrado ningún caso de embolia pulmonar.
Curiosamente en el estudio de Nakajima si que hubo un sujeto que se temió que sufriera una posible embolia pulmonar, pero al final resultó ser una bronquitis aguda, que no necesitó de ingreso hospitalario.
En cualquier caso, la prudencia y el sentido común debe primar cuando se usa el entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo.
Y una cosa que no me canso de recalcar es que hay que tener en cuenta que los efectos de este tipo de entrenamiento a largo plazo todavía se desconocen por lo que hay que mantener cierta prudencia después de todo.
[1] M. Wernbom et al., “Commentary: Can Blood Flow Restricted Exercise Cause Muscle Damage? Commentary on Blood Flow Restriction Exercise: Considerations of Methodology, Application, and Safety,” Front. Physiol., vol. 11, no. March, 2020, doi: 10.3389/fphys.2020.00243.
[2] M. Wernbom, G. Paulsen, T. Bjørnsen, K. Cumming, and T. Raastad, “Risk of Muscle Damage With Blood Flow–Restricted Exercise Should Not Be Overlooked,” Clin. J. Sport Med., vol. Publish Ah, no. June, pp. 26–28, 2019, doi: 10.1097/jsm.0000000000000755.
[3] S. D. Patterson and C. R. Brandner, “The role of blood flow restriction training for applied practitioners: A questionnaire-based survey,” J. Sports Sci., vol. 36, no. 2, pp. 123–130, 2018, doi: 10.1080/02640414.2017.1284341.
[4] T. Nakajima et al., “Effects of KAATSU training on haemostasis in healthy subjects,” Int. J. KAATSU Train. Res., vol. 3, no. 1, pp. 11–20, 2007, doi: 10.3806/ijktr.3.11.
Cómo valorar los riesgos del entrenamiento con RFS
Una sencilla manera de valorar quien puede y quien bajo ningún concepto debería entrenar con RFS sería basarnos en las indicaciones recogidas por Thomas Bandholm [130]
En esta escala de riesgo que hizo Thomas Bandholm basándose en las recomendaciones de Nakajima [131], cuando se superan o igualan los 4 puntos no se debería emplear el entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo.
Así pues, vemos que no deberían entrenar con RFS quienes en la tabla de Thomas Bandholm tengan 4 puntos o más. Por lo tanto, no podrían entrenar con RFS mujeres embarazadas, personas con antecedentes de trombosis venosa profunda, enfermedad aguda o fiebre, presión arterial por encima de los 180/100 milímetros de mercurio (mmHg), personas en periodos post operatorio todavía tempranos y personas que padezcan de arritmias o isquemia coronaria.
En un nivel de riesgo algo más bajo y con una puntuación de 3, estarían personas con la presión arterial entre 160-179 de presión sistólica y entre 95-99 milímetros de mercurio la presión diastólica, personas con fibrilación auricular o algún tipo de insuficiencia cardiaca, personas con venas varicosas o que llevan demasiado tiempo sin ningún tipo de actividad física.
Con una puntuación de 2 estarían las personas mayores de 60 años, personas con un Índice de Masa Corporal por encima de 30 Kg/m2, hiperlipidemia (exceso de colesterol o triglicéridos en sangre), y mujeres que estén tratándose con una terapia de estrógenos.
Una puntuación de 1 la recibiría los sujetos de entre 40 y 58 años, las mujeres, y las personas con un Índice de Masa Corporal de entre 25-30Kg/m2.
Hay que recordar que cada condición tiene una puntuación y esta se suma, siendo que cuando la puntuación total es de 4 o superior el ERFS estaría totalmente contra indicado.
Thomas Bandholm [130] propone además que se realice esta encuesta donde se formulan algunas preguntas al paciente o cliente. Preguntas como, si en la familia hay historial de trastornos de la coagulación, si tiene hipertensión o la presión sistólica por encima de 140 milímetros de mercurio, si ha tenido algún tipo de trombo venoso o embolia pulmonar, si ha tenido algún tipo de accidente cerebrovascular.
En caso de que la respuesta a alguna de estas preguntas sea que SI, bajo ningún concepto debería entrenar con restricción del flujo sanguíneo.
Entre los consejos que proporciona Thomas con el fin de aumentar la seguridad en el ERFS se incluyen las siguientes recomendaciones.
Utilice la técnica correcta y la evaluación de riesgos estandarizada (manguito, presión, dosis / intensidad del ejercicio, historial de TVP, etc.)
Los resultados indirectos de los daños indican que la RFS influye en la función cardiovascular, nerviosa y muscular de forma comparable al entrenamiento de fuerza de alta intensidad (nivel de evidencia 5).
Los daños clínicos comunes incluyen: DOMS, hemorragia subcutánea y entumecimiento (evidencia de nivel 4 y 5).
Los daños clínicos raros (graves) incluyen: rabdomiólisis y trombosis venosa (nivel de evidencia 4 y 5).
Hay que tener en cuenta que, aunque cada vez hay más investigación con respecto al ERFS es probable que algunos de los posibles daños que pudiese causar no estén reportados todavía en la literatura científica.
Estas recomendaciones de Thomas Bandholm [130] son solo las cuestiones más graves y más a tener en cuenta. Pero realmente las recomendaciones de Bandholm son solo una pequeña parte de todas las recomendaciones que nos da Kacin et al. (2015) [132].
La lista completa de recomendaciones que da el equipo de Kacin podemos verla en la siguiente tabla.
[1] T. Bandholm, “An overview of safety aspects with blood-flow restricted exercise.”
[2] T. Nakajima, T. Morita, and Y. Sato, “Key considerations when conducting KAATSU training,” Int. J. KAATSU Train. Res., vol. 7, no. 1, pp. 1–6, 2011, doi: 10.3806/ijktr.7.1.
[3] A. Kacin, B. Rosenblatt, T. G. Žargi, and A. Biswas, “Safety Considerations With Blood Flow Restricted Resistance Training,” Ann. Kinesiol., vol. 6, no. 1, pp. 3–26, 2015.
Entrenamiento con RFS en personas que padecen algún tipo de patología
Recomendaciones de Kacin et al. (2015) [132] para evaluar posibles riesgos en personas con algún tipo de patología y la magnitud del riesgo.
A la hora de dilucidar si es seguro el entrenamiento con RFS en personas con algún tipo de patología además de revisar las recomendaciones de Kacin et al. [132] podemos seguir el planteamiento que propone Scott y colaboradores [133] en su artículo.
Las recomendaciones de Scott y su equipo básicamente se resumen en que si tienes algún tipo de patología que pueda suponer una contraindicación para el ERFS consultes con un médico especialista que valore tu caso y decida si puedes o no puedes entrenar con RFS.
Esa también es mi recomendación, en el caso de que tengas algún tipo de patología que pueda ser incompatible con el entrenamiento con RFS debes consultar con un especialista que valore tu caso y decida si puedes o no usar la RFS en tus entrenamientos.
Propuesta de Scott y Loenneke [133] sobre los pasos a seguir para implementar el ERFS (o no), en personas con algún tipo de patología.
Básicamente lo que el equipo de Scott y Loenneke [133] proponen con el fin de garantizar la seguridad con el ERFS con el objetivo de ganar masa muscular, es que en el caso de que se tenga algún tipo de contraindicación para usar el ERFS lo que debe hacer es consultar con un médico para que pueda realizar una valoración más precisa de su caso en concreto.
En el caso de que la persona no tenga contraindicaciones o el médico haya aprobado el entrenamiento con RFS la siguiente pregunta habría que hacerse es si la persona se puede mover. En caso de que no tenga movilidad se puede aplicar RFS de forma leve en las extremidades con el fin de disminuir la atrofia muscular incluso en ausencia de ejercicio físico [38].
En el caso de que si que haya movilidad nos planteamos la siguiente pregunta ¿puede tolerar cargas de entre el 20-40% de 1RM?
En el caso de que la respuesta sea negativa y que el paciente no pueda tolerar cargas del 20-40% de 1RM, puede usar la RFS de forma muy moderada ya sea durante una pequeña sesión de bicicleta o andando.
En el caso de que la persona pueda tolerar cargas de entre el 20-40% del 1RM si que pude usar la RFS con cargas submáximas y nos podríamos plantear la siguiente pregunta ¿puede tolerar cargas elevadas o máximas?
Si la respuesta es no, en ese caso puede usar el ERFS con cargas submáximas, y si la respuesta es que si, puede combinar el entrenamiento con cargas elevadas sin RFS con el entrenamiento con cargas submáximas con RFS. Lo cual probablemente sería lo óptimo de cara a optimizar ganancias de fuerza e hipertrofia.
[1] A. Kacin, B. Rosenblatt, T. G. Žargi, and A. Biswas, “Safety Considerations With Blood Flow Restricted Resistance Training,” Ann. Kinesiol., vol. 6, no. 1, pp. 3–26, 2015.
[2] B. R. Scott, J. P. Loenneke, K. M. Slattery, and B. J. Dascombe, “Exercise with Blood Flow Restriction: An Updated Evidence-Based Approach for Enhanced Muscular Development,” Sport. Med., vol. 45, no. 3, pp. 313–325, 2015, doi: 10.1007/s40279-014-0288-1.
[3] S. Kakehi et al., “Effects of blood flow restriction on muscle size and gene expression in muscle during immobilization: A pilot study,” Physiol. Rep., vol. 8, no. 14, pp. 1–7, 2020, doi: 10.14814/phy2.14516.
El índice tobillo-brazo
En caso de que tenga dudas sobre si tiene algún tipo de enfermedad arterial periférica (EAP) lo más recomendable sería realizar la prueba del índice tobillo-brazo. De hecho, esta prueba se suele realizar a todos los participantes de los ensayos en los que se emplea el entrenamiento con RFS y es motivo de exclusión en caso de que el sujeto de indicios de EAP.
El índice tobillo-brazo (ITB) es un parámetro que muestra la relación entre la tensión arterial sistólica de la extremidad superior y la extremidad inferior.
Se trata de una prueba (no invasiva) en la que se utiliza un dispositivo para medir la presión arterial, y tomar mediciones de la presión arterial en la parte superior del brazo y el tobillo. El equipo que se emplea puede ser manual o digital con cálculo electrónico automático de la presión arterial.
Normalmente se realiza de forma manual porque los dispositivos digitales suelen costar varios miles de euros mientras que para realizar la prueba de forma manual lo único que se necesita es un doppler continuo portátil con sonda de 5-10MHz, un esfigmomanómetro (manguito), y un gel conductor de ultrasonidos.
Pese a tratarse de un parámetro sencillo de calcular, una de las limitaciones existentes para su uso es la necesidad de material específico y de personal entrenado y con experiencia para obtener mediciones fiables. Por lo que en caso de querer realizar esta prueba habría que acudir a un profesional con experiencia.
Lo bueno de esta prueba es que detecta una posible EAP en fases tempranas, lo cual sería útil de cara a ser consciente de si corremos algún tipo de riesgo al emplear RFS en nuestro entrenamiento.
Posibles resultados de la prueba del índice tobillo brazo
Esta prueba es muy recomendable para descartar algún tipo de enfermedad arterial periférica (EAP) en el caso de que queramos usar la RFS en nuestro entrenamiento de fuerza.
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