¿Qué variables hay que observar o monitorizar para minimizar los riesgos con el entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo?

 Algunas de las variables que debemos tener en cuenta para minimizar los riesgos serían la carga de entrenamiento por sesión, la intensidad, y el volumen total. Así como las sensaciones que tenemos durante el entrenamiento. Sensaciones de dolor, entumecimiento, picor, etc. Ante cualquier síntoma de este tipo hay que aflojar las bandas de oclusión o directamente retirarlas.

Síntomas vasovagales como puedan ser un mareo, palpitaciones, palidez, náuseas o vómitos. Ante el más mínimo síntoma de este tipo directamente habría que detener el entrenamiento y obviamente retirar las bandas de oclusión.

Un exceso de dolor muscular tardío o las agujetas, también puede ser un síntoma claro de que nos estamos excediendo con el entrenamiento con RFS.

La presión arterial es una variable que se podría monitorizar. Para observar alteraciones en este aspecto sería necesario controlar la presión arterial antes, durante y después del entrenamiento.

 De ese modo se podría monitorizar y controlar la respuesta individual, y observar hasta que punto podría afectar el ERFS en relación con el entrenamiento sin RFS de forma individual. Este punto resultaría interesante de cara a valorar los riesgos sobre todo en personas con riesgo alto o moderado, pero también puede resultar interesante conocer ese dato en personas de bajo riesgo, precisamente para poder comprobar que efectivamente el riesgo sigue siendo bajo.

 Otro punto importante sería observar el color de la orina y comprobar que no se oscurezca con el fin de detectar una posible rabdomiólisis provocada por el entrenamiento con RFS.

Es extraño, pero es algo que podría suceder ante entrenamiento muy demandantes y con excesivo daño muscular.

La rabdomiólisis es una enfermedad producida por necrosis muscular que provoca la liberación a la circulación sanguínea de diversas sustancias que en condiciones normales se encuentran en el interior de las células que componen el tejido muscular. Entre ellas están la creatina fosfoquinasa (CPK) y la mioglobina. Se puede detectar en una analítica de sangre midiendo la creatina fosfoquinasa (CPK).

 En el caso de atletas que entrenen con una intensidad elevada sería buena idea realizar un control de los niveles de CPK para ver si estos se elevan demasiado en tal caso sería conveniente bajar la intensidad por lo menos cuando realice el entrenamiento con RFS.

Las recomendaciones en este aspecto son muy particulares para cada sujeto, puesto que el nivel de alteraciones en la CPK tiene una respuesta muy individual, y tal como se ve en el estudio de Wernbom et al. 2020  [1] [2]  aplicando el mismo entrenamiento y la misma presión la repuesta individual puede ser muy diferente entre individuos.

 Más abajo dejo una imagen del ensayo de Wernbom et al. 2020 [1] en la que podemos ver cómo ante una misma carga de trabajo dos sujetos de la intervención alcanzan niveles excesivamente elevados de CPK con el pico máximo a los 4 días. Sin embargo, los otros sujetos mantienen los niveles bajos de CPK.

 Hay que tener en cuenta que todos los sujetos realizaron los mismos ejercicios y con la misma presión por lo que podemos concluir que la respuesta individual ante el entrenamiento con RFS es muy variable.

Sin duda, tratar de avanzar de una manera lo más progresiva posible y que permita una correcta adaptación al entrenamiento con RFS es la mejor manera para evitar este tipo de alteraciones.

La rabdomiólisis es un posible efecto negativo del entrenamiento con el entrenamiento con RFS que, aunque siguiendo las putas y recomendaciones correctas no se debería de dar, si es cierto que en la literatura podemos encontrar bastantes casos.

En un ensayo de Patterson and Brandner del 2018 [3], se realizó una encuesta a 250 sujetos de 20 países distintos que usaban el entrenamiento con RFS para distintos fines, como por ejemplo ganar masa muscular o reducir la atrofia, y encontraron que un 3% de los sujetos reportó rabdomiolisis como uno de los efectos secundarios.

 En la descripción está la imagen de la encuesta de Patterson y colaboradores y podemos ver algunos los efectos negativos que sufrieron varios los encuestados [3].

Tal y como se puede ver en el gráfico, un 3% de los encuestados reportó rabdomiolisis, un 8% sensación de frio, un 13% magulladuras, un 15% desmayos o mareos, un 18% entumecimiento, y un 39% dolor muscular tardío (agujetas).

El dolor muscular tardío es sin duda el efecto secundario más habitual, sobre todo cuando todavía nos estamos adaptando al entrenamiento con RFS o excedemos en intensidad o volumen. Unas ligeras agujetas pueden ser normales, unas agujetas persistentes y excesivamente dolorosas ya habría que evitarlas.

Al resto de efectos no deseados si que debemos de prestarle especial atención y ante cualquier síntoma aflojar las bandas, y sobre todo usar el sentido común y observar sensaciones para que no se de ninguno de estos efectos secundarios, salvo quizás las agujetas de las cuales es muy difícil escapar sobre todo al principio cuando todavía nos estamos adaptando al entrenamiento con RFS.

 En cualquier caso, conviene aclarar que son necesario más estudios y sobre todo a más largo plazo para poder delimitar correctamente los riesgos del entrenamiento con RFS. Si bien es cierto que problemas graves como por ejemplo una embolia pulmonar no son para nada frecuentes.

De hecho, en el 2007  Nakajima et al.,2007 [4] realizó un ensayo para observar como afectaba el entrenamiento con RFS a la hemostasia y llegan a la conclusión de que con el entrenamiento Kaatsu en sujetos sanos se producen cambios potencialmente favorables en los factores fibrinolíticos, lo cual precisamente ayuda en la desintegración de coágulos.

Además, Nakajima et al.,2007 también señalan que ya en 2007 habían más de 200.000 personas entrenando con RFS y todavía no había sido registrado ningún caso de embolia pulmonar. Curiosamente en el estudio de Nakajima si que hubo un sujeto que se temió que sufriera una posible embolia pulmonar, pero al final resultó ser una bronquitis aguda, que no necesitó de ingreso hospitalario.

 En cualquier caso, la prudencia y el sentido común debe primar cuando se usa el entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo.

Riesgos del entrenamiento con RFS

Existen varias categorías para valorar los riesgos que puede tener una persona al entrenar con RFS. En la categoría de riesgo alto estarían todas las alteraciones y patologías que tengan que ver a nivel cardiovascular.

Las patologías a nivel cardiovascular hacen referencia a cualquier tipo de problema cardiovascular que haya podido tener la persona, como por ejemplo algún trombo venoso, algún tipo de trastorno en la coagulación sanguínea, varices, embolia pulmonar, infarto cerebral, trauma vascular, etc.

Una persona que haya padecido algún tipo de estas dolencias estaría en riesgo alto en caso de que quisiera realizar el entrenamiento con RFS.

 Dentro la categoría de personas que estarían en un riesgo moderado con el entrenamiento con RFS, entrarían personas fumadoras, personas con diabetes, mujeres embarazadas, hipertensión, personas con algún tipo de lesión de la medula espinal, personas con uno o varios miembros amputados, mujeres que tomen medicación oral anticonceptiva, en circunstancias de mucho calor ambiental.

También se estaría en la categoría de riesgo moderado personas que entrenaran con RFS después de haber hecho un viaje largo en avión, así como toda gente que no tenga experiencia previa con el entrenamiento con cargas.

Es decir, que alguien que no tiene experiencia previa con el entrenamiento de fuerza no debería comenzar a entrenar fuerza directamente con RFS.   

Estos son algunos de los ejemplos de personas que entrarían en la categoría de riesgo moderado con el entrenamiento con RFS.

Y estarían en bajo riesgo todas las personas que no presentaran ninguno de los problemas o patologías mencionados anteriormente, y que usen el entrenamiento con RFS de manera intermitente y por tiempo limitado, y con una presión máxima de 150mmHg y bandas de oclusión de máximo 10cm de grosor.

La evidencia de la que disponemos no actualmente no puede asegurar que usar el entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo no pueda tener riesgo. Por la experiencia de muchos atletas no parece que haya riesgos si se usan correctamente, pero estudios a medio o largo plazo no tenemos de ahí que las recomendaciones generales sea que el entrenamiento con RFS se use en determinados microciclos, mesociclos o de manera intermitente.  

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REFERENCIAS

[1]       M. Wernbom et al., “Commentary: Can Blood Flow Restricted Exercise Cause Muscle Damage? Commentary on Blood Flow Restriction Exercise: Considerations of Methodology, Application, and Safety,” Front. Physiol., vol. 11, no. March, 2020, doi: 10.3389/fphys.2020.00243.

[2]       M. Wernbom, G. Paulsen, T. Bjørnsen, K. Cumming, and T. Raastad, “Risk of Muscle Damage With Blood Flow–Restricted Exercise Should Not Be Overlooked,” Clin. J. Sport Med., vol. Publish Ah, no. June, pp. 26–28, 2019, doi: 10.1097/jsm.0000000000000755.

[3]       S. D. Patterson and C. R. Brandner, “The role of blood flow restriction training for applied practitioners: A questionnaire-based survey,” J. Sports Sci., vol. 36, no. 2, pp. 123–130, 2018, doi: 10.1080/02640414.2017.1284341.

[4]       T. Nakajima et al., “Effects of KAATSU training on haemostasis in healthy subjects,” Int. J. KAATSU Train. Res., vol. 3, no. 1, pp. 11–20, 2007, doi: 10.3806/ijktr.3.11.

Y una cosa que no me canso de recalcar es que hay que tener en cuenta que los efectos de este tipo de entrenamiento a largo plazo todavía se desconocen.